Saturno devorando a su hijo, Francisco de Goya, 1819-1823. Museo del Prado, Madrid
Es complicado escribir de arte por estos días. Niños abusados, adolescentes que se flagelan, autoridades de la cultura que no saben conjugar verbos y hasta instituciones que creen que las cosas se arreglan con eso que llaman «lenguaje inclusivo».
Vulnerabilidad e indefensión, ignorancia y frivolidad. No pensemos que esto nos hace únicos; hace ya casi dos siglos que Don Francisco de Goya pintó su estremecedor «Saturno devorando a su hijo», una imagen que parece ser hoy nuestra propia y personal pesadilla de violencia y horror. No creo equivocarme si afirmo que somos los «hijos de Goya», del Goya negro y oscuro, del de las máscaras y las brujas, del de los monstruos y los locos, del Goya que penetra en la psiquis humana y descubre nuestra falta de conciencia y esa violenta indiferencia que se agota en el espanto.
Goya sabía bien que la creación artística es intrínseca a la condición del ser humano, que «es» lo que nos hace humanos por ser la única especie animal con capacidad simbólica. Cuadros, películas y libros; un concierto, una obra de teatro, no son diversiones o distracciones banales, son ese salto al vacío hacia lo inexplicable, son experiencia real.
A todos nos ha ocurrido alguna vez; terminamos un libro, contemplamos un cuadro y sabemos que algo muy profundo ha sido tocado en nosotros y que ya no somos los mismos. Ahora, si esa experiencia real es sustituida por la pantalla en todas sus dimensiones (televisión, teléfono, computadora, tablet, etc.) y si las relaciones humanas las tienen como único mediador universal, el vacío se apodera de todo. Lo advirtió Guy Debord (1931-1994) hace ya mucho tiempo, lo dijo aún mejor Gilles Lipovetsky (1944- ) y también lo dijo Goya en su Capricho 43: «el sueño de la razón produce monstruos».

Cuando la razón duerme, cuando no queremos o no podemos ver, cuando dejamos de ser conscientes, los monstruos acechan y ganan. El arte es una de las pocas herramientas que nos va quedando para volver a conectar con nosotros mismos y desde esa conciencia interior volver a conectarnos con los otros, dejando de lado ese universo en donde todo se define desde la facilidad emocional y sensiblera tan pasteurizada como pasajera. Está en nosotros despertar a la razón.
Excelente y enriquecedora reflexión, muy oportuna para los tiempos que estamos viviendo. Muchas gracias por tu aporte humanístico que tanto necesitamos en esta sociedad. Un abrazo!!!
This info is the cat’s pamsaaj!
Reblogueó esto en Proyecto Indigo By Lillié Hayesy comentado:
Blog interesante