Si, lo confieso, estoy alterada con la experiencia vivida en la exposición de Torres García en el MOMA de Nueva York. Hice un móvil para la radio, una columna en estudio, le conté toda la exposición a la productora, al chico de los controles, al cuidacoches de la radio y a cada uno de los árboles de la cuadra. Y ahora les toca a Uds., porque más allá de sensibilidades personales, lo que está sucediendo en Nueva York es objetivamente para Uruguay el acontecimiento cultural del año.
No se trata de falso chauvinismo, sino de entender que el MOMA es el museo con la colección de arte moderno más importante del planeta y sigue siendo el centro del universo artístico mundial. Entender, que no se llega allí, con una exposición retrospectiva que abarca un piso completo, porque hubo suerte. Entender, que no se consigue una fecha en temporada de vacaciones navideñas, en donde el museo es asaltado por multitudes, por casualidad del destino. Y finalmente entender, que no se comparte cartel con Pablo Picasso por derrochar simpatía.

Se llega allí a talento, ideas y convicciones sólidas y ni con eso alcanza -si así fuera, hace rato que esta exposición habría sucedido y como mínimo ya le habría pasado algo similar a Rafael Barradas-. Por eso el curador venezolano Luis Peréz Oramas, tuvo que batallar diez largos años en el MOMA para que le aprobaran este gran homenaje a Torres García. Porque Uruguay no posee ninguno de los grandes nombres de la filantropía empresarial, como si cuentan otros países latinoamericanos. Porque Uruguay no tiene ni las dimensiones ni la relación estadística adecuada, para que sus artistas puedan ser atractivos a estos niveles masivos de posicionamiento internacional.

Por todo esto la exposición de Torres García en el MOMA es un hito histórico para la cultura de nuestro país y es nuestra obligación disfrutar del impresionante trabajo que Pérez Oramas (Caracas, 1960) ha hecho. Si no me creen, lean esta nota que fue portada de la sección «Arte» del New York Times: http://www.nytimes.com/2015/10/30/arts/design/an-avant-gardist-who-bridged-the-archaic-and-the-new.html

La experiencia es intensa desde la llegada al piso seis; a la derecha un gran panel con la tipografía torresgarciana despliega el nombre de la muestra y a la izquierda la América Invertida nos anuncia que nuestro norte es el sur. En el centro se abre el portal de ingreso, con el imponente fresco noucentista «Lo temporal no es más que símbolo». Una obra creada por Torres en 1916, que sale de la Diputación de Barcelona por primera vez y que con sus 3,70 por 3,32 metros, es una de las proezas políticas y logísticas de la exposición.
A partir de allí la muestra fluye como el agua; el desembarco en la modernidad en su relación con Barradas, el período neoyorkino con sus óleos y juguetes, hasta llegar a París y a la adopción de la abstracción constructiva. El resto de las salas nos van sumergiendo paso a paso, en el desarrollo de su lenguaje a través de un conjunto de obras muy pocas veces vista en exposiciones, libros o catálogos; muchas de ellas de colecciones privadas, otras tantas de museos norteamericanos. El broche final es el Pez (1942) del Museo Pompidou de París, frente al cual norteamericanos y japoneses sucumben asombrados y se sacan fotos como si de la Gioconda se tratara. Y no se equivocan, es la fuerza simbólica de Torres la que instintivamente les dice que «ésa» es la fotografía que todo lo resume.
Las más de 180 obras que componen la exposición, están perfectamente escogidas, magistralmente expuestas y fantásticamente explicadas en los audios y cartelerías de sala. Todo esto es genial per se, pero lo es más aún porque el mayor logro que puede tener cualquier actividad artística es -nos guste o no-, el éxito de público. Y confieso con toda la emoción de la que soy capaz, que las dos veces que fui al MOMA -la primera quedé en estado de shock y tuve que volver-, las salas rebosaban de gente.

Gente de todas partes del mundo, gente que hablaba mil idiomas y que no sabían quien era Torres y menos aún donde quedaba Uruguay. Gente que se quedaba largo rato frente a sus cuadros y que a la salida compraba el catálogo-doy fe de ello-, porque quería saber más sobre el pintor desconocido que habían descubierto. Y de todas las conquistas ésta es la que más me emociona, porque hoy podemos decir con orgullo que Torres García nos pertenece un poco menos a nosotros y más a los demás. Porque hoy Don Joaquín Torres García es del mundo.
brillante notable sin palabras lo que decis lastima no lo leen los que deberían hacerlo
felicitaciones una vez mas
afectuosamente
jl
Gracias, querido Julio, te juro que ésta fue una de las experiencias más intensas se mi vida. Agradezco a la vida la oportunidad….muchas felicidades para vos y tu familia
querida Emma me autorizas mande el correo a carta de los lectores del país, ya que no se le da la debida difusión a este acontecimiento único, si lo leen dos o tres en ese medio quedo contento beso
jl
Gracia, por hacernos vivir la exposición!
Sos una genia! Me quiero ir YA al Moma!!
Impresionante lo que contas;que orgullo realmente para el Uruguay;y que placer poder ver esta exposición.
Felicitaciones x la nota!!!
Gracias Pablo y sí fue un verdadero privilegio vivir esta experiencia única e histórica para nuestra cultura
Como siempre tus relatos son fascinantes. Vos sabes de mi amor incondicional por Torres Garcia y por su escuela y por eso me emociona que el Moma lo reconozca y lo de a conocer al mundo. Si, soy chauvinista y no me importa, me enorgullece que sea uruguayo y tenga nivel universal
Gracias querida Leonor….sé de tu amor por Torres y su escuela!!! Se que los llevas en el corazón y en tus paredes….esto fue una experiencia única!!!!
que maravilloso relato, nos sacudimos por tu emocion, alegria, orgullo. Gracias.. y Gracias x envolvernos en el bello Arte. Besos Nayr
Sensacional relato! gracias!!
Me gusto mucho leerte. Tu relato es emocionante y de genuina admiración y afecto. Es genial. Leyendo los ultimos parrafos las lineas del NYT se llenan de significado:
» At the same time, he’s a thinker of unpredictable depths and directions. He was an avant-gardist who was as interested in the archaic as in the new and believed they formed a continuum. Unlike contemporaries who identified with Dada or Surrealism, he saw himself as a builder rather than as a breaker-down of tradition. At a time when abstract and figurative art were locked in a standoff, he practiced both. By temperament and studied conviction, he was global artist and a universal citizen»
http://www.nytimes.com/2015/10/30/arts/design/an-avant-gardist-who-bridged-the-archaic-and-the-new.html
Gracias Gustavo…vos sabés que a mi me pasó lo mismo con ese párrafo. Cuando lo leí, no daba crédito.
Fantástico, Emma. agregas a la descripción perfecta de la exposición de los cuadros y de tu admiración por Torres – que por supuesto, comparto -una emoción increíble en el relato que sacude a quien lo lee.- Como siempre, muchas gracias por todo lo que nos das.
Inés
Gracias Emma. Sigues en tu línea de enseñarnos a ver el arte con tu capacidad y tu pasión. Por suerte muchos te entendemos y apoyamos.
Estuve en la exposicion y concuerdo palmo a palmo con tu comentario. Pocas veces tenemos los uruguayos la posibilidad de vibrar tan intensamente por un acontecimiento internacional en el terreno de las artes.
Excelente descripcion. Felicitaciones!
Gracias por esta noticia que me ayuda a vivir un acontecimiento tan esperado y merecido. Todos los pintores estamos de fiesta.
Gracias por darnos la posibilidad de festejar este logro que para los pintores es un premio a la identidad de uruguayo.
Gracias Emma, por esta vivencia .La muestra cierra un circuito de cerca de un siglo de olvido y no poco ninguneo, desde cuando el «viejo Torres», como le decían los discípulos del Taller, intentó fortuna con los juguetes de madera en New York. Fué esa premonición artística de los futuros juguetes de Lego danés y Playmobil alemán, en forma, color y concepto. Y de algún modo es una metáfora de este genio creador: siempre estuvo allí, en el lugar y el momento exactos, pero no supo hacer lo políticamente correcto. Fundador e ideólogo de «Cercle et Carré», los holandeses colegas se llevaron los derechos del movimiento constructivista, cercano a los catalanes de París ( Picasso, Juan Gris, etc.) no consiguió el interés de los marchands parisinos, y aun en su amada Catalunya los enemigos pudieron echar barro sobre su persona y cal sobre sus murales. El buen instinto lo llevó de regreso al Sur, antes de la hecatombe europea, y logró hacer escuela, la mas importante de Sudamérica. Como discípulo de discípulos, reconozco que es difícil librarse de la sombra y los cánones de este gigante, pero sin dudas es un eslabón inevitable en la historia del Arte y del Modernismo. Esta muestra también confirma que cuando hay una vida dedicada al arte, la producción es inmensa: a otro artista una desgracia como el incendio en el museo de Sao Paulo, lo habría aniquilado. A pesar de mas de un centenar de obras importantes destruídas, esta muestra es la confirmación y el tardío reconocimiento. «Ser para hacer», escribió en su libro «Estructura», y se puede ver hoy que fue un gigante y humanista, oriental, catalá y universal.