España y su historia nos es cercana y quizá por eso en demasiadas ocasiones, nos olvidamos de su enorme riqueza y su increíble diversidad cultural. El sur con sus aires moros, el norte con su fe de peregrinos y en el centro, Madrid.
Madrid, la ciudadela fundada por el emir Mohammad I en el siglo IX y a la que los moros llamaban Mayrit. Madrid, capital del reino desde que en 1561 Felipe II la hiciera «villa y corte» y así naciera la Madrid de los Austrias, con todo el amor a las artes que le regaló Felipe IV, el rey planeta. Madrid, centro de poder de los Borbones, dominada por la monumentalidad francesa de Felipe V, el rey que llegó de Versalles y el refinamiento italiano de Carlos III, el rey que llegó de Nápoles. Madrid, epicentro de la revuelta contra el francés en aquel lejano 2 de mayo de 1808 y que al día siguiente terminó en tragedia y años después en gloria de la pintura en manos de Don Francisco de Goya.

De todos los lugares de esta Madrid de «los mil rostros» hay uno en el que todo confluye, en el que estos emires y reyes separados por siglos, familia y afición se reúnen y ése es el espacio que hoy ocupa el Palacio Real o Palacio de Oriente. Allí nació el asunto; porque estaba la inicial fortaleza mora y porque ese edificio fue el que Carlos V convirtió en palacio real manteniendo – como era habitual-, su denominación árabe: Alcázar, de «al qasr», es decir fortaleza.

Por el Alcázar de los Austrias pasaron muchos reyes y todos dejaron su marca, sin embargo, mi recuerdo no va para un rey sino para Don Diego de Velásquez, quien vivió allí con su familia como pintor del rey Felipe IV y Aposentador Real. Por orden del rey Velásquez compró cuadros para sus paredes y escogió el lugar donde colgarlas; allí pintó en 1656 Las Meninas, episodio que sucede en el Alcázar y en donde colgó hasta la nochebuena de 1734 en que el Alcázar ardió y la princesa, el pintor y sus meninas, fueron afortunadamente rescatadas de las llamas.

La destrucción del viejo y austero palacio, le dio la ocasión al primer Borbón Felipe V para construir una morada similar en grandeza y esplendor a aquella en la que había nacido: el Palacio de Versalles. Para su desgracia del rey nunca llegó a habitar el palacio pero sí lo hicieron sus sucesores, entre los que estuvo Carlos III, quien con su refinado gusto italiano dejó su huella en la Sala Gasparini de inspiración rococó con motivos chinos y la inigualable saleta de porcelana, solo comparable a la del Palacio de Caserta de Nápoles.
El Palacio Real, esconde un hermoso trozo de historia que como un crujiente hojaldre se va superponiendo capa sobre capa, tiempo sobre tiempo y es esa acumulación la que hace que un sitio se convierta en una aventura de emociones y sobre todo, que importe tanto lo que se ve como aquello que ya no está. Por eso cuando hace apenas unos días estuve allí, no vi a los moros pero sentí la fuerza de aquel emirato, no vi el Alcázar de los Austrias pero sentí la presencia de Velásquez y miré los mismos huertos y jardines que él miró cuando pintaba Las Meninas.
Brillante, Emma!. Me hiciste sentir en el Palacio de Oriente.Espero ansiosa el próximo viernes.
gracias Inés, me alegro que lo hayas disfrutado. Espero que andes bien!!!
Hermosamente relatado, gracias
gracias Guillermo, es una de las cosas que trato de cuidar, porque siento que el relato puede ser mágico y más allá de los conocimientos, importa lo que se dice y también a la par, cómo se dice. gracias y saludos
Una vez más: gracias
Es una continuación de la primera clase de Geografías de Arte: aires moros…
A esta amante de España le encanta haber aprendido más
Ssludod
Hola Edith….vos sabés que anduve por los «aires moros» precisamente y envuelta en su magia. la que viene va a ir por allí también….besos
Bellezas y algo de historia muy bueno.
Amo Madrid, caminar por esa ciudad, visitar sus museos, quedarme detenida observando su arquitectura y el arte que parece escapar de la mamposteria de los edificios.Con este articulo me llevaste a la historia de la creación de tan bella ciudad.Admiro la claridad de tus descripciones y la riqueza que nos aportas en cada publicación. Gracias…mil gracias!
Gracias Raquel, me alegro mucho que hayas disfrutado con el relato….y soy yo la que agradece que todos Uds. estén allí dispuestos a «viajar»….
Emma, su inteligencia, cultura y buen gusto nos rescata de tanta mediocridad. Gracias
Gracias….divino tu comentario, como siempre muy instructivo…
EMA QUE DECIRTE, COMO SIEMPRE UN PLACER LEER TUS NOTAS Y TAN INSTRUCTIVAS.NO PODEMOS NEGAR QUE YA EN ESA EPOCA LOS ARABES!!!! DEJARON SU IMPRONTA!!!!!
Date: Sat, 27 Feb 2016 00:21:50 +0000 To: ctl.47@hotmail.com
Buenísima crónica! de nuevo en Madrid y disfrutando esos espacios increíbles!
Qué belleza! Qué ganas de volver a Madrid! Y qué ganas de llorar perdón Emmita pensando que este año no te escucharé en clases! Beso grande
Enviado desde Samsung Mobile
Elsita querida!!! ¿no te anotaste en el mini-curso de una vez al menso? Se que no es lo mismo, pero dale, que te espero, al menos una vez al mes nos vemos y estoy preparando clases nuevas….hablá con Miriam
EStimada Emma: gracias por permitirnos compartir tus conocimientos y tu sensibilidad en una materia tan cara para nosotros, en una forma tan «justa y perfecta».
Te felicito por tu crónica.
Te saludo con un beso, Enrique Mazzucchelli
Excelente. Ilustra en Arte.
Hola Emma.Precioso tu relato, me hiciste «volver» a Madrid. Como siempre tus notas son enriquecedoras.Gracias.
Hola Emma, que divino que hayas estado por esos lugares y nos comentes lo que yo no sabia, desde los origenes de Madrid en adelante gracias
Maria Elena
buenisimo Emma!
Excelente Emma me encanta leer y escuchar tus descripciones tan precisas e interesantes !!!