Alexander Sokurov, el gran director de cine ruso, vuelve a la carga y lo hace a su estilo, filmando en el Louvre, con un Napoleón imaginario y los nazis ocupando el museo durante II Guerra Mundial. Se trata de su última película Francofonia, la que promete una original y poderosa reflexión sobre la guerra, el poder y el arte.
[youtube https://www.youtube.com/watch?v=yGF7vZALBQU]
A primera vista parecería que Sokurov regresa a territorios conocidos, los ya transitados en aquella maravilla visual que fue el Arca Rusa (2002), solo que ya no está la zarina Catalina ni su Palacio de Invierno, sino el Museo del Louvre y los nazis. Sin embargo -por lo que se ve en el trailer-, los paralelismos se quedan ahí, porque Sokurov escoge como hilo conductor de sus reflexiones, la historia de Jacques Jaujard, el Conde Franz von Wolff-Metternich y el amor por la Francia-faro de la cultura occidental.

Sí, ya sé, deben preguntarse quienes son estos dos ilustres desconocidos; pues Jacques Jaujard era el Director de los Museos Nacionales Franceses y de la Escuela del Louvre cuando la ocupación alemana y fue quien planificó y ejecutó la evacuación del museo en vísperas de la guerra.



Esta legendaria evacuación, que ha entrado en las mejores páginas de la historia del arte, no le fue ordenada a Jaujard por ninguna autoridad, simplemente actuó ante el peligro. Con autos privados, taxis, ambulancias y hasta los camiones afectados a la Comedie Francaise, consiguió sacar del Louvre en tres días y tres noches un convoy de 203 vehículos cargados de 1.862 cajas con más de 4.000 obras (la Gioconda la llevó él mismo en su falda en una aventura que merece más espacio que un paréntesis). Es que Jaujard sabía de los peligros del arte en tiempos de guerra; en 1938 había dirigido el comité internacional que evacuó a Suiza gran parte de la colección del Museo del Prado en plena Guerra Civil. En otras palabras, a Jaujard le debemos -entre otras cosas- la mayoría de la colección del Museo del Prado y todo lo que hoy vemos en el Museo del Louvre.


Por su parte, el Conde Franz von Wolff-Metternich (1893-1987), era un culto y refinado historiador del arte alemán perteneciente a la familia aristocrática del famoso Metternich de los tiempos napoleónicos, y para 1940 había conseguido a fuerza de influencia ser nombrado jefe de la Kunstschutz, la sección de la Wehrmacht dedicada a la «protección» del arte. Meeterhich era un francófilo confeso, hablaba francés a la perfección, conocía cada pieza de las colecciones del museo y según cuenta Jaujard en sus memorias pareció aliviado al ver el Louvre vacío cuando llegó a París.
El encuentro entre Jaujard y Metternich, en una calurosa mañana de agosto de 1940, es uno de esos momentos por los que daría cualquier cosa por presenciar, si fuera mosca y se pudiera viajar en el tiempo. Porque Jaujard, en lugar de renunciar a su cargo y negarse a trabajar bajo las ordenes del gobierno de Vichy, se quedó en su puesto y defendió el museo, contra todo lo que el sano juicio imponía. Mientras, que por su parte, el Conde Wolff-Metternich, hizo lo posible por cumplir sus órdenes sin provocar daños y proteger las obras de las otras divisiones de arte dirigidas por figuras como Goering, Goebels, Ribbentrop y Otto Abetz, el funesto embajador alemán en París, todos ellos dispuestos a ir por todo.

Jaujard, pudo haber renunciado pero se quedó y tuvo que pelear en dos frentes; controlando a los funcionarios franceses de Vichy y manejando a fuerza de astucia a los alemanes. Su despacho en el Louvre era casi un piso franco de la Resistencia francesa y desde él se creaban interminables objeciones y retrasos burocráticos a los traslados alemanes, mientras el conde hacía la vista gorda hasta donde podía y ayudaba a Jaujard a transportar las piezas a escondites mejor acondicionados y lejos de las manos de sus rapaces compatriotas.
Como podrán imaginarse la historia tiene un sinnúmero de episodios, pero en resumidas cuentas, no es otra cosa que un duelo entre dos hombres amantes del arte en tiempos difíciles. Al terminar la guerra, Jacques Jaujard fue condecorado con la Medalla de la Resistencia y la Legión de Honor, sin embargo, la historia suele esquivar el recuerdo de otra condecoración, la Legión de Honor que el mismísimo Charles de Gaulle le otorgó al Conde Wolff Metternich por los servicios prestados a Francia. Esperemos entonces a Sokurov, esperemos para ver como escoge contarnos la historia de estos dos personajes, tan ilustrados como desconocidos.
¡Qué satisfacción saber de estas actitudes!! Gracias Esperemos la pelÃcula
El 4/9/15, Confesiones de una adicta al arte
Esperemos que llegue la película, porque muchos de estos films, como no son para grandes públicos, la gran mayoría no llegan. En todo caso, el Arca Rusa llegó y tuvo muy buen público,así que esperemos que la traigan….
Emma Apasionante el artíiculo esperemos la peli Tere
Imperdible relato de un a historia que desconocía.- Es bueno saber que aún en el bando culpable de una guerra terrible, había personas que sirvieron al mundo, protegiendo esas maravillas.
Inés
La vida es más compleja que el blanco y negro al que estamos acostumbrados. Jaujard las pasó canutas con los alemanes, y bueno, con que tan solo hubiera uno que comprendiera lo que buscara e hiciera la vista gorda, ya era mucho….las situaciones límites tienen esas cosas.
esibils@internet.com.uy
QUÉ MAGNÍFICO RELATO, Y Qué adelanto de la película, que con ansiedad, espero ver.
EMMA.. Gracias por tu generosa entrega, eres, irrepetible…
Hola Emma: Tus mails siempre interesantísimos,con miradas muy personales que agradezco y admiro. Está todo relacionado con :»Le front de l’art», » El tren» con Burt Lancaster,que hace poco nos comentaste y la película que acaban de dar: «La dama de oro» sobre el Klimt robado.! Si habrán pasado cosas, además del Holocausto! Espero ansiosamente :» Francofonia». La darán pronto? Muchas gracias otra vez!
Hay muchas historias de la guerra que no se recuerdan y creo que es bueno tenerlas presente. Y claro, todo está conectado, Rose Valland trabajó para Jaujard era a través de él y su despacho que pasaba la información de lo que sucedía en el Jeu de Paume a la resistencia. Además, Jaujard la protegió para que los alemanes no la fueran a sacar del puesto. Pero cuidado, porque una cosa fueron las colecciones públicas de los museos, y bien otra, todo el expolio indiscriminado a las familias judías. Ahí era mucho más difcíl, por no decir imposible, tratar de hacer algo. De todos modos, Rose pudo, porque estaba en el Jeu de Paume, que fue el centro de recepción de muchos de los saqueos de colecciones privadas. Gracias a vos Marta, por leer y estar allí….
Espero que la den en Montevideo, es difícil, porque estas películas no suelen tener grandes públicos. de todos modos, imagino que con el éxito que fue el Arca Rusa, tiene oportundiad…si no haremos malabarismos en internet para poder verla.
Buenísimo ! Gracias beso
Enviado desde mi iPad
Hola Emma! nos comentas un hecho que desconocìa totalmente.Apasionante!!Ojalà llegue acà la pelìcula.Gracias por trasmitirnos tus conocimiento